Carretera de Arenas de Cabrales a Portilla de la Reina.
El 4 de septiembre de 1893 empieza la andadura el proyecto de unir Asturias con León por la garganta del Cares. Veintitrés años más tarde, y gracias a los desvelos de Pedro Niembro, por fin el domingo 1 de octubre de 1916 se inaugura el comienzo de las obras en Arenas, con la presencia de varias personalidades. Entre ellas, D. Rafael Gallego, en representación del ministro de Fomento, D. Rafael Gasset, D. Eduardo Barriobero, Emilio Niembro en representación del ministro de Gobernación Sr. Ruiz Jiménez, el jefe de Correos de Oviedo, D. Benjamín Díaz, en representación del director de Correos y del gobernador de la provincia, Mr. Richmond Lee, el vicecónsul de Inglaterra en Bilbao Mr. James Jones, etc.
El único que no se unió a la alegría general fue el alcalde de Cabrales, Sr. Mestas, que ni quiso asociarse a la fiesta ni cumplir con sus deberes de cortesía con la representación oficial.
La prensa madrileña liberal se hizo eco de la noticia:
Asturias y Castilla, unidas (Heraldo de Madrid, 5 de octubre de 1916).
De Asturias (El Liberal, 5 de octubre de 1916).
En los Picos de Europa (El Imparcial, 7 de octubre de 1916).
En las montañas de Asturias (El País, 8 de octubre de 1916).
La semana siguiente, el 10 de octubre, el alcalde de Cabrales organiza su propia inauguración del comienzo de las obras, pretendiendo éste que el municipio se hiciera cargo de los gastos, que ascendieron, en un principio, a 1.133,25 pesetas.
Sesión del congreso del día 22 de noviembre de 1916.
Ruegos y preguntas.
Pide el Sr. Morayta (...).
Trata después de lo ocurrido en la inauguración de una carretera en el pueblo de Cabrales y de los abusos de poder del alcalde no admitiendo en el acto de la inauguración más elementos oficiales que su propia persona, aunque se enviaron de Madrid.
(...)
A todos estos ruegos y preguntas contesta el ministro de la GOBERNACIÓN.
Heraldo de Madrid, miércoles 22 de noviembre de 1916, número 9.488.
Empieza un sainete donde se ve como la junta municipal rechaza una y otra vez incluir dicho gasto en un presupuesto extraordinario, y como este es rechazado cada vez por el gobernador civil (que tenía que dar el visto bueno), como se puede leer en la siguiente carta:
Necesidad de la autonomía municipal, Tomás Bueno Fernández (El País, 30 de agosto de 1917).