Inauguración de las obras de la carretera a Portilla de la Reina
El artículo transcrito aquí abajo fue publicado en el diario Heraldo de Madrid el jueves 5 de octubre de 1916, nº 9.440.
Al cabo de veinte años va a ser una realidad el proyecto de carretera que, atravesando uno de los sitios más pintorescos de Asturias, y quizá, del mundo, como es las estribaciones de !os Picos de Europa, va a poner en comunicación directa la región asturiana con Castilla.
Se trata de !a carretera de Arenas de Cabrales, en Asturias, a Portillo de la Reina, en León. Inaugurada solemnemente el pasado domingo, con asistencia de los representantes del Gobierno, de la Prensa madrileña y de miles de almas de aquellos pueblecitos tantos años encerrados en las abruptas montañas y olvidados de toda protección oficial.
Ha sido este acto uno de los más emocionantes que hemos presenciado, al ver la alegría de aquellos sencillos labriegos, a quienes tantas veces les halagaron los poderosos con promesas, que al fin ven cumplidas, gracias, no a la influencia política, ni a las conveniencias de bandería caciquil, sino a la perseverancia, al esfuerzo y al entusiasmo de un hijo de Cabrales que, alejado toda su vida de la tierra donde nació, no la ha olvidado un solo momento y a ella ha consagrado todos sus medios.
Nos referimos al popular industrial madrileño D. Pedro Niembro, amigo de todos y de todos querido, gestor incansable de la carretera que ha de volver a la vida a aquellas aldeas muertas de los Picos de Europa.
Para recibir al señor Niembro y a las representaciones que iban da Madrid, todos aquellos pueblos se vistieron de gala. Al llegar los expedicionarios a la entrada del pueblo de Arenas, fueron recibidos con músicas y cohetes. Todas las niñas del pueblo luciendo sus mejores trajes les dieron la bienvenida cantando un himno que expresaba la gratitud de todos aquellos pueblos hacia los que iban desde Madrid a llevarles una prueba de cariño tantos años ansiada.
Desde aquel instante la alegría ha reinado en aquellos parajes. Cohetes, músicas, bailes, iluminaciones: un espectáculo nunca visto allí.
Al día siguiente, a las once, se celebró la inauguración en presencia del delegado del ministro de Fomento, el ilustrado ingeniero D. Rafael Gallego; del ingeniero-jefe de las obras, D. Toribio F. Quiroga, y de las demás personalidades de Madrid y de los pueblos de la comarca y de miles de almas. A los acordes de la música, y entre los vivas y aclamaciones del pueblo, se hicieron explotar los barrenos preparados, y el ingeniero Sr. Gallego, tras de breves y elocuentes palabras, declaró inauguradas las obras, en nombre del Gobierno, dando un viva al Rey, que fue contestado repetidas veces por aquel pueblo entusiasmado, que no cesó de vitorear a D. Pedro Niembro, al ministro de Fomento, D. Rafael Gasset, al anterior ministro, D. Amós Salvador, y a cuantos han contribuido a que la carretera sea una realidad.
Terminada esta solemne y emocionante ceremonia, verificada en sitio tan pintoresco como es la unión de los ríos Cares, Casaño y Ribeles, el representante del Gobierno y los invitados se trasladaron a una pumarada, donde se sirvió un espléndido banquete, servido por la fonda Picos de Europa, una fonda magnífica, como no la hay en poblaciones de importancia.
Además de los representantes oficiales y personalidades ya nombradas, se sentaron a la mesa el jefe de Correos da la provincia de Oviedo, D. Benjamín Díaz, que ostentaba la representación del director general del ramo, D. José Francos Rodríguez, y la del gobernador de la provincia, que no pudo asistir; el médico de la localidad, D. Agapito Soberado, D. José Tarno, director de «El Eco de los Valles», el director de la Escuela de los derivados de la leche, señor López Dueñas; los hermanos Fernando y Santiago Sierra, D. Alonso Fernández, D. José López, D, Anselmo de Caso, D. Antonio Iglesias, D. Vicente Prieto, hermanos Maradiella (sic), D. Manuel Herrero, D. Nicanor Díaz, D. José López, D. Manuel Niembro, los sacerdotes don Ricardo Díaz y D. Nicanor Guerra y otros cuyos nombres sentimos no recordar.
Para que los miles de almas allí congregados pudieran oír, como ardientemente deseaban, a los señores que habían ido de Madrid a la inauguración de obra de tanta importancia, se improvisó una especie de mitín en la plaza de Las Arenas, y desde el balcón de la casa donde nació el Sr. Niembro dirigieron la palabra al pueblo D. Pedro Niembro, el ex diputado don Eduardo Barriobero, el concejal del Ayuntamiento de Madrid D. Emilio Niembro, el prestigioso hombre de ciencia Con y Tres, el redactor de "El Imparcial" Domingo Blanco y el representante del ministro de Fomento, D. Rafael Gallego, que hizo un admirable resumen de los discursos, todos inspirados en un gran sentimiento de patriotismo. El pueblo aplaudió con delirante entusiasmo a los oradores.
Se leyeron cariñosas cartas de adhesión y de excusa, por no poder concurrir, al acto de los señores marqués de Villaviciosa, general Burguete, gobernador militar de Oviedo, D. Roberto Castrovido, D. Fermín Canella, D. Juan Guerra Díaz, Sr. Castellanos y el ingeniero agrónomo jefe de la provincia, D. Manuel Naredo.
Aquella noche se quemaron vistosos fuegos artificiales, y la gente joven bailó hasta la madrugada, siendo de notar que con tanto regocijo y entre tanta gente que de todos los pueblos de la montaña acudió a divertirse no hubo ni el más ligero incidente desagradable, lo cual habla muy alto en favor de la bondad de aquellas sencillas gentes, dignas de la mayor estimación y de tener otro alcalde, pues aunque parezca mentira el único cabrialego que no se asoció a las fiestas ni tomó parte en el acto de la inauguración, como si le desagradara que su pueblo entrara en una nueva vida de progreso, fue el alcalde de Cabrales.
Los expedicionarios salieron al día siguiente para Madrid trayendo un recuerdo imborrable de aquel paisaje incomparable y de aquellas gentes simpáticas y honradas que pueblan las montañas de Asturias.