Vamos al lugar de Poo,
aquí poco me detengo,
porque son sus moradores
tan cortesanos y atentos
que se me rallan las tripas
al ver tantos cumplimientos.
Cortesías con los pies,
con la cabeza y los dedos,
por delante y por detrás,
de soslayo y de travieso,
con las monteras quitadas,
caravanas y voleos,
los semblantes muy alegres
pero muy doblado el pecho.
Aquí gallo no hay ninguno,
porque bien se gallan ellos.
Boquirrubios, presumidos,
mendaces y circunspectos,
altivos y linajudos
no gastarán un medio
con nadie, ni nadie sabe
dónde tienen el cellero.
Cuando van a la Marina
entran de noche en el pueblo
para que no se les pierda
la porquería del crédito.
Si hay ventana o corredor
todo el año se están viendo
las riestras desde allá fuera
y entrando no hay más que aquello.