Las parroquias de Puertas,
Ortiguero y Pandiello,
Canales y la Molina,
y demás barrios anejos
son los que siguen ahora.
Dios ponga en mis manos tiento,
Santa Bárbara Bendita,
Santa Tecla y San Anselmo,
porque voy a encandilar
al ver tanto lucimiento,
tantas obras pías nuevas,
tantas calles y argumentos,
de boca de los demás
será cuando sea tiempo,
tanta mantillina blanca,
tanta red y taconeo,
tanto dengue y guardapié,
tanto perendengue y vuelo,
tanto pico de montera,
tanto casco de viento,
tanto aceitero borracho,
tanto ladrón putañero,
tanto pollo en un maniego,
tanta mujer deshonesta,
tanto comer de borona,
canecida ya en la cesta,
que mal se aviene con esto,
y les pudiera sobrar
casi, si lucieran menos,
tanto flequillo en la frente
con un moño en el cogote
que parece un nabo viejo,
de manera que los pobres
tienen que cortase el pelo.
Ellas son muy repulidas,
ellos grandísimos puercos,
ellas son unas raleas,
ellos unos juanes buenos,
ellas son muy íntimas,
que saben con buen afecto
dar a cada uno lo suyo,
que es propiedad de discretos,
ellos todos son iguales,
sobre poco más o menos,
que los que son grandes
se igualan con los pequeños
y no reparan en nada,
hacen bien, bien hayan ellos.
No hay en toda la parroquia
gallo grande o pequeño
con que dieron fin los gallos
que gobiernan el concejo
a los que lo desgobiernan
según lo que estamos viendo.
Está este lugar de Puertas
en una disposición
dividido en partidos
que no sé cuál
será su unión.
Salió del lugar de Puertas
un pajarillo jilguero
del tamaño de una pulga
que remontó el vuelo,
y a México fue a parar
ignoramos en qué oficio
se hizo de algunos pesos.
Ellos bien o mal ganados
regresó a España con ellos,
establecióse en Sevilla,
y desde allí volvió a los puertos.
Es de notar que este gallo,
pues así lo llamaremos,
que en ciertas conversaciones
observé, ¡válgame el cielo!,
que ha usurpado un apellido
de los más sanos y buenos,
de las ramas más famosas
que hay en este consejo.
Ese tal, Don Bernardino,
es Díaz, yo lo confieso,
pero ¿por qué dice Inguanzo
y usurpa sin miramientos
este famoso apellido
a sus verdaderos dueños?
Si es Tarano teleñón,
conténtese con el Díaz
y no quiera más trofeos.
Puede que quiera cruzarse
a la fuerza de tantos pesos,
mas yo le prometo y juro
que si algunos herederos
que ostentan este apellido
viven y no mueren luego
no se cruzara jamás
ningún Tarano teleño.
Pero si acaso algún día
llegase a verlo, en mis manos
yo le contaría un cuento
en los venideros tiempos.