Alan Lomax à Cabrales
Gerineldo

Carmen Prieto.

¡Ay, quién tuviera la dicha
de ganar lo bien servido,
como tuvo Gerineldo
siendo del rey bien querido!

Una mañana de junio
se levantó Gerineldo
a dar agua a sus caballos
a las orillas del mar.

Mientras los caballos beben
Gerineldo echa un cantar,
y la infanta que le oye
pronto le empezó a llamar:

—Gerineldo, Gerineldo,
mi camarero leal,
si fueras rico en hacienda
como eres galán pulido,
dichosa fuera la dama
que se casara contigo.

—Como soy criado vuestro,
señora, burláis conmigo.

—No me burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo:
¡Quién te cogiera una noche
tres horas a mi albedrío!



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