Maquisards à Cabrales et Pics d'Europe et extrait d'une entrevue à Victorio Vicuña

Hermenegildo Campo "Gildo"

Ceferino Campo Roiz "Machado"

Juan Fernández Ayala "Juanín"

Francisco Bedoya Gutiérrez "Bedoya"

Daniel Rey

Santiago Rey

Alejandro del Cerro

Rosendo Campos

Pedro Campo Campillo ou Campillo Campo

Mateo Campo

Carlos Cosío "Popeye"

Rufino Fernández Santiago

Antonio Guerrero "El Tuerto"

Esteban Cuevas González

Marcelino Campillo



Extrait en espagnol de l'entrevue de Miguel José Rodríguez Álvarez à Victorio Vicuña.

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Pregunta.- ¿Qué instrucciones llevaba cuando volvió a España?

Respuesta.- (…) Mi misión era intentar organizar una guerrilla en las zonas montañosas de Euskadi y, si no era posible, replegarla a los Picos de Europa. (…)

P.- Sin embargo, el maquis tenía uno de sus santuarios a escasa distancia, en los montes de Santander y Asturias…

R.- Precisamente, como era imposible mantenerse en el País Vasco, mandé a los pocos guerrilleros que habían llegado a los Picos de Europa, donde la guerrilla estaba consolidada, para que se fogueasen. En los Picos había varios grupos: el de Inocencio Aja en la zona del río Besaya, el destacamento de Martín Santos en Reinosa y la "Agrupación de los Picos" que mandaba Francisco Roiz Machado. Los recién llegados se incorporaron al destacamento que actuaba en Santander, el Malumbres. El grupo eligió como jefe a Mateo Obra, uno de los nuevos venidos de Francia. En aquella época habría más de un centenar de guerrilleros en Asturias y Santander. Iban en grupos de cuatro o cinco, siempre en movimiento, reuniéndose una vez al mes en algún punto de apoyo.

P.- Usted fue testigo de algunos de los episodios más conocidos de esta guerrilla, como la muerte de Machado.

R.- Ingresé en la agrupación que mandaba Machado. Nuestro cuartel general estaba en Sotres, donde nos dejábamos ver a plena luz del día. Allí también teníamos una imprenta de rollo escondida en una de las cabañas donde se hace el queso de Cabrales. Parte de los guerrilleros eran de la zona, lo que suponía una gran ventaja. Pero se habían lanzado a la lucha para salvar su vida y no encajaban la disciplina militar. Juanín 1., por ejemplo, se había hecho una pequeña cabaña, sus vacas, sus caballos… Era el instinto del campesino de hacerse con un pequeño patrimonio. En su cueva guardaba los tricornios y correajes de los guardias civiles que había matado con un papel que ponía "guardia civil muerto día tal del tal". Audaz como él solo. Pero cuando hablabas con él para intentar convencerle de algo, te escuchaba, te daba la razón y seguía a lo suyo. Machado también era valiente como él solo. Recuerdo que decía que era valiente porque sabía que iban a matarle y lo mismo le daba hoy que mañana.

P.- ¿Y las acusaciones de falta de compasión?

R.- Le voy a contar un ejemplo. A poco de incorporarse al grupo perdimos a nuestro jefe. Llevábamos dos días en Sotres, después de una operación fallida para hacernos con la nómina de las "Minas de Reocín". El guardamontes, Eloy, un hombre casado y con cuatro hijos, nos había delatado. Sorprendieron a Machado preparando la comida y, aunque reaccionamos e hicimos varias bajas a los guardias, nuestro jefe quedó muerto. Uno del grupo, Santiago, dijo que esto era cosa del guardamontes; en efecto, encontramos una carta del teniente del puesto de Arenas de San Pedro que decía: "No interesa que nos señale la presencia de los bandoleros, sino descubra el lugar concreto donde se reúnen. En su día obtendrá la recompensa que se merece". Lo que pasó no podía impedirlo y además ni lo intenté. La gente se estaba jugando la vida. La mujer se arrodillaba… Parece que la estoy viendo. ¡Aquella pobre mujer con cuatro niños pequeños, que no tenía ninguna culpa de cómo era su marido! Pero nosotros no podíamos dejar a aquel traidor a nuestras espaldas.

P.- ¿Encontraban apoyo entre los campesinos?

R.- En los picos teníamos pocos puntos de apoyo, media docena de casas de campo que cuidábamos como oro en paño, porque en ello nos iba la vida. íbamos de noche, cogíamos el pan y las medicinas y desaparecíamos. Pero la mayoría de los campesinos no quería saber nada. Otra cosa es lo que decía nuestra propaganda. Por ejemplo, entramos en un pueblito de montaña cerca de Llanes. Hicimos una hoguera con los muebles y cuadros del local de Falange y hablamos a una veintena de hombres, mujeres y niños. Pero, para Mundo Obrero, "cientos de campesinos confraternizaron con los guerrilleros". Vamos, como que nos recibían con banderas y banda de música.

P.- ¿Cuando y cómo dejó los Picos de Europa?

R.- En otoño del 46, Agustín Soroa me ordenó acudir a Madrid. Y aquí hay que aclarar que, en cuanto a la dirección del maquis, fracasamos totalmente. Los miembros del Alto Mando prácticamente no nos veíamos. Cada cual se replegaba en un círculo de personas de confianza y hacía su vida. (…) Bueno, creo que de los que he hablado casi todos acabaron fusilados: Cristino, Soroa, Vitini, Machado, Juanín, Saturnino López, Obra…

Rodríguez Álvarez, Miguel José, "Victorio Vicuña, maquis comunista: El PCE mandó liquidar a muchos de nosotros", Historia 16, 274, 1999, pp.76-83.


1. Juan Fernández Ayala, Juanín, que se echó al monte en 1943, fue uno de los últimos maquis. Cayó acribillado en su pueblo natal el 24 de abril de 1957. ^



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