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Manuel Niembro de la Concha en El Oriente de Asturias del 24 de febrero 1895, nº 508.

COSAS DE CABRALES


Más de una vez he cogido la pluma para hacerme eco de las repetidas quejas a que da lugar el Administrador Subalterno de la Compañía Arrendataria de tabacos, por no cumplir cual debe con su cometido.

Lo que está sucediendo actualmente no puede pasar en silencio. Desde los primeros días del presente mes carece el expendio de este Concejo de toda clase de sellos de correo, con lo cual huelga decir los grandes perjuicios que se irrogan al comercio y a los particulares. Como hacíamos en ocasiones análogas acudimos al Ayuntamiento para cumplir este requisito, pero es el caso que circuló la orden de que no se admitía en la Cartería ningún pliego con el sello del Ayuntamiento, alegando que habían devuelto los que iban en esta forma, —¿Y qué se hará en éste caso?— preguntará cualquiera. Pues una cosa muy fácil y sencilla: no escribir a nadie hasta que nos den licencia para hacerlo o recorrer un par de leguas para franquear una carta, como hice yo con la presente. ¡A poco más, la hubiera llevado a su destino! ¡Buena burra se le muere al Sr. Administrador por cosa tan baladí!

Valga por lo que valiere, lo escrito escrito está.

Al que tiene el deber de corregir éstas deficiencias lo dedico.

La cédula personal es un documento de una importancia imponderable, que se le ocultó a su mismo inventor. ¡Como que es necesario, indispensable, para hacer el viaje eterno a los que abandonaron el mundo de los vivos! ¡Claro, sin ella ni el Portero Celestial franquea la puerta que guarda!

Al menos, así lo cree el encargado de expenderlas en este Concejo.

¡Si tendrá penetración que sabe las cosas ocultas!…

¿Quién por unos miserables reales deja que los asuntos transiten por el otro mundo como Pedro por su casa?

Y no es esto sólo:

Hasta los que están ausentes de su patria tienen que tomarlas aquí.

¿Que la familia se niega a ello?

Pues no les darán, ni unas, ni otras.

Y así llegará el día del apremio.

Y tendrán que resignarse y proveerse hasta para los que no nacieron.

O acudir a Poncio Pilato.

Los Maestros de este Concejo hace cerca de ocho meses que no cobran un céntimo de sus haberes.

En el penúltimo número de esta Revista se quejaba de ello el de Berodia:

Como si hubiese callado.

Los periódicos profesionales, sin duda les pareció de poca importancia.

¡Ni que fueran los de Caspe!…

Mal de todos…


Manolo.

Cabrales, Febrero 13.




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