La Fuente de las Infantas
Poema de Alfonso Camín publicado en la revista ilustrada "Nuevo Mundo", nº 1928, el 2 de enero de 1931.
La Fuente de las Infantas
Nunca me diera a beber de los claros manantiales
—¡oh, Fuente de las Infantas en Arangas de Cabrales!
la mota que en lo más hondo del manantial se retrata,
cuando en el agua parlera hunde el cangilón de plata.
Brota el llanto cristalino del corazón del castaño
—dios agreste envejecido, que llora su pena huraño—
y en el tazón de la fuente ondula, tiembla y retoza;
carcelera momentánea de los ojos de la moza
que si, para no mojarse, se recoge el faldellín,
la pierna es nieve de cumbre, la faz es vivo carmín;
los senos, bruscas palomas que vuelan de madrugada;
el brazo, desnudo y blanco, leche recién ordeñada;
los ojos, grandes y dulces, como remansos parleros
que se desvelan de noche por ir copiando luceros;
ojos mintiendo horizontes como dos urnas marinas,
viveros de las estrellas y de las velas latinas.
—Moza, dame el agua clara. Mira que soy forastero,
que la jornada es muy larga y el sol calcina el sendero.
—Usted non sabe, señor, lo que murmura la gente
de aquellas mozas que dan el agua junto a la fuente.
—Sacia mi sed, buena moza, que el agua clara en tu mano
tiene luz de eucaristía y es como un cáliz cristiano.
—Beba, señor. Mas verá lo que la gente murmura...
Hundió el fino cangilón en el agua clara y pura
y lo trajo hasta mi boca su brazo blanco y fornido,
que me llenó de fragancias como un almendro florido.
—Gracias—le dije. —Sus ojos buscaron los manantiales.
Se abrieron en sus mejillas dos rosas primaverales,
y en la mano el cangilón y en la cabeza la herrada,
con el mandil recogido, se alejó ruborizada,
entre un adiós como de ave que en el volar suelta el trino.
¡Yo me quedé como un árbol, clavado al pie del camino!
♦ ♦
Moza que apagó mi sed en los claros manantiales
—¡oh, Fuente de las Infantas en Arangas de Cabrales!—
¡cómo hoy recogieras llanto si hundieras tu cangilón
en esta fuente que llevo dentro de mi corazón!