El día 14 de julio de 1924, salí de Sotres para las Vegas, a cuyo punto llegué en hora y media siguiendo por la orilla del río Duje, que baja serpenteando por entre el macizo central y occidental.
En las Vegas me esperaban los pastores de Arenas, los cuales, debido a un pleito que ganaron a los vecinos de Sotres, planteado en el año de 1625 y fallado en la Real Chancillería de Valladolid, tienen derecho a ocuparlas con sus ganados durante veinte días cada año, elegidos por ellos en la fecha que les convenga, para lo cual, los sotrenses, a quienes pertenecen los pastos, tienen que abandonarlos, -previo aviso de cuatro días-, mientras los ocupan los ganados de Arenas.
Son muy graciosas las anécdotas que se cuentan en Cabrales, acerca de aquel pleito: El pueblo de Arenas nombró a uno de sus vecinos para que fuera a Valladolid a defenderlo. Hizo el viaje a pie, vestido con traje de sayal, calzado de corices, y llevó en el zurrón una borona y un queso para comer por el camino.
Dio comienzo la vista y el relator pasó una hoja sin leerla porque perjudicaba a los de Sotres. Entonces dijo el de Arenas:
—¡Alto! Ahí pasó un llobetu.
—¿Qué dice V., buen hombre?
—Que ahí pasó un llobetu, una jueya que no se leyó; ¡léase!
—¿No había en su pueblo otra persona que lo representara mejor que V.?- le preguntó el relator.
Y contestó el de Arenas:
La campana se tocó, [a concejo]
todo se vio, y todo se miró;
cagatintas como V. habría muchos,
pero hombres como yo, no.
Durante los veinte días que están los pastores de Arenas en las Vegas, las cuales se hallan a 1065 metros de altura, viven en una cueva; en ella pasé yo dos noches durmiendo sobre inabios.
Frente a esta cueva se alza, formando grandioso anfiteatro, la pared Oeste del macizo oriental: Pico Deboro, 2133 metros de altura; Piqueta de Valdominguero, 2270; Tabla de Lechugales, 2445. Esta es la altura máxima del macizo, a cuyas cumbres no he subido; solamente anduve por sus laderas.
El día 16 amanece espléndido; las pastoras, luego de hacer el ordeño, mazan en el ballicu cogiéndolo por la piétana y la colluga; y al son del chaca chaca que hace la leche al moverlo acompasadamente, entonan canciones de trabajo rítmico:
Mázate, mantega,
y éntrate en míos ñates,
primero yo te coma
que el amu de les vaques 1..
"Ahora, —me dijo una anciana—, cuesta mucho dinero vestir. Antes hacíamos toda la ropa en casa: trajes de sayal, de la lana de nuestras ovejas, hilada por nosotras; camisas de lino, hiladas también por nuestras manos, y corices, hechas del pellejo de nuestras cabras; lo único que se compraba para los hombres era la montera; pero ahora"…
A las ocho de la mañana organizamos una excursión a la falda Oeste de Peñavieja; me acompañan cuatro jóvenes pastoras : Mariana Díaz, Paulina Espina, María Dolores Fernández y Florentina Borbolla.
—Nos lleva V. la flor de las Vegas— me dijo un pastor…
Dejamos atrás la fuente de Toyullobu, y a las nueve y cuarto llegamos a la Raya, punto situado a 1275 metros de altura, límite de los pastos del pueblo de Camaleño -Santander- con los del concejo de Cabrales.
—¿Sabe V. cómo se hizo la división de estos pastos?- me preguntó una de mis bellas acompañantes.
—Algo oí en Arenas. Pero cuénteme V., aquí sobre el terreno, cómo arreglaron el asunto.
—Los vecinos de Arenas y Camaleño disputaban entre sí frecuentemente sobre el límite de los pastos. Y para acabar de una vez con las disputas, acordaron que al primer canto del gallo, saliera de cada pueblo litigante un vecino en dirección hacia aquí, a paso ordinario, y en el punto donde se encontraran se fijaría el límite.
Cada pueblo mandó al otro una persona para vigilar la salida y acompañar al que había de hacer el recorrido. Pero los de Camaleño emborracharon al gallo, y entonces, le dio por cantar; como estaba alegre cantó mucho primero que el de Arenas.
El vecino de Camaleño, cuando llegó aquí, dijo:
—Ya tenemos bastante terreno acotado.
Y sentóse a esperar a que llegara el vecino de Arenas. Entonces se fijó el límite. Aquí está la raya grabada en la peña.
Esto que me contó la pastora, se cuenta en toda la comarca. Continuamos la marcha por un camino bastante bueno. Llegamos al Redondón, peñasco enorme, al lado del cual se puede descansar a la sombra.
A las diez y media entramos en la Llomba del Toro, cumbre denominada así porque su perfil se parece al lomo de un toro.
En la vertiente Oeste del macizo central, en la margen izquierda del río Duje, se ven las cuevas de Orán, donde viven los pastores de Baró -Santander-. Y frente a las cuevas, las inmensas praderas del puerto de Aliva: Campomayor y Campomenor. En el primero está la capilla de la "Santuca" -Virgen de la Salud-. A su fiesta, que tiene lugar el dos de julio, asisten miles de personas de Liébana y de los pueblos de las montañas de Asturias. Sobre la verde alfombra del campo se celebran animados bailes al son de panderos, se corre la rosca por parejas, y a veces, se organizan carreras de caballos de monte.
Marcaba el sol las doce cuando llegamos al chalet construido por la Real Compañía Asturiana, -que explota las minas de Altaiz, en Lloroza-, al pie de Peñavieja, para hospedar a S. M. el Rey D. Alfonso XIII, cuando viene a cazar rebecos en estas cumbres, habiéndolo hecho por primera vez en 1905, fecha en que los Ayuntamientos circunvecinos determinaron fijar una gran extensión de los Picos para coto de caza y ofrecérselo al Monarca. La espera que ocupó S. M. aquel año, al Sur de Peñavieja, a una altura de 2407 metros, hoy se llama Tiro de Alfonso XIII 2..
Las pastoras y yo nos sentamos a comer sobre un campo donde florecen la manzanilla y la violeta; todo aquí es poesía. El paisaje aparece bañado suavemente por el oro del sol que cae del pálido cielo. En las cumbres, cubiertas de nieves perpetuas, ruedan blancos vellones, que luego se deshacen dibujando espirales en el espacio. En las laderas pacen rebaños de cabras y ovejas, cuyo color se confunde con el de las peñas; y en el aire, perfumado por esencias misteriosas, vibran voces blancas que salen de idílicas cabañas...
Este ambiente pastoril, y el hallarme próximo a Espinama y a Bores, me recuerda las serranillas que escribió el marqués de Santillana hablando de sus amoríos con una pastora de esta comarca:
Moçuela de Bores |
pues merece fama |
Contemplamos largo rato el ingente murallón Oeste del macizo central, coronado de cuchillas amenazantes y esbeltas agujas, sobresaliendo entre ellas Peña Vieja, cumbre más alta de esta barrera, semicircular, erguida sobre el Duje. Luego emprendemos el regreso por la orilla del río, que desciende rumoroso acariciando las flores que se mecen en sus orillas. En torno nuestro danzan multitud de mariposas de bellos colores, las cuales abundan aquí de una manera increíble…
En la Raya, nos sentamos a descansar, y la gentil pastora Mariana Díaz entonó varios cantares:
No subas, zagala, no subas;
no subas a los collados;
hay un letrero que dice:
pasa, niña, con cuidado.
En hora y media bajamos del chalet Real a las Vegas, cuyo paisaje causa tristeza. Me despedí de los pastores y tomé el camino de la llanura. En el invernal del Texu, para atajar, me metí por la fragosa Canal de Indias, paso bastante peligroso y desconocido para mí; perdí el sendero dos veces, y llegué a tener miedo porque invadieron la Canal espesas ola de niebla. Por fin salí a Tielve; y de aquí, por el camino de herradura descrito anteriormente, bajé a Poncebos, y luego a Arenas. Desde este pueblo se tardan ocho horas en subir, a pe, al chalet Real. El viaje puede hacerse a caballo, cómodamente, excepto el paso de la Canal de la Rumiada.