No formando naturalmente un cuadro histórico completo e independiente, sino como breve relación de notas históricas, hemos de aducir datos diferentes del pasado de Cabrales en su relación con la historia provincial, cual venimos haciendo en otros municipios.
A tiempos, no del todo concretados, refiérense vestigios de remota edad, informes piedras, restos prehistóricos, monumentos y, cerca de éstos, puntas de flecha, pétreas hachas, llamadas por el vulgo cruces o piedras de rayo, hachas de cobre y bronce, etc., probablemente de pueblos célticos 1. antecesores de los cántabros, ya más distintos, que habitaron esta parte oriental de Asturias. Según consumados historiadores y, entre estos, el sabio Fernández Guerra, el actual territorio cabraliego fue habitado por gentes o familias cántabras, pueblo de los Orgenomescos. Se ignora su capital y fueron sus probables límites: por el norte desde Puertas de Purón en Llanes, hasta Toñanes, de Santander; al oeste se daban la mano con los selenos en la falda de la cordillera de Cuera bajando a Arangas, Arenas, Asiego y Puertas hasta Torre, y con los cóncanos por la Molina, río Casaño, canal de Trea, Caín y picos de Europa; así como al sur y este tenían a los cántabros vadinienses desde Peñaprieta a Toñanes y el mar. Escrita está y bien conocida es la última historia de Cantabria 2., que en parte alcanza por lo dicho a Cabrales, hasta la desaparición de aquel aguerrido y valiente pueblo en lucha sin igual con los romanos. De esta épica contienda y del paso de las huestes del pueblo rey para dominar a astures y cántabros, queda en Cabrales como vestigio la calzada que desde Arenas sube difícilmente por Caoro, sigue a Sotres y, de allí, a los campos de Áliva, desde cuyo punto bifurca para tierras leonesas de Valdeón o Liébana en la Montaña.
No son fáciles de recibir fantásticos asertos de Sota 3. para considerar la historia de Cantabria y sus duques; y es más aceptable la consideración de que gentes de esta región asturiana marcharon por los montes al llamamiento del famoso caudillo de Covadonga. Organizada la monarquía, es muy probable que la escasa población cabraliega viviese en relaciones y siguiera la suerte de sus vecinos del territorio de Aguilar o de Llanes y de Cangas; y quizás, por esto, se confundieron con sus representantes de 1115 en la asamblea ovetense para mejor organizar y pacificar la revuelta tierra asturiana.
El municipio propiamente tal no resulta formado o, al menos citado el de Cabrales, en las hermandades del siglo XIII; pero en el último tercio del XIV aparece como otros de la provincia en la hermandad suscitada por los Valdés y jurada en Oviedo en 1367, a favor del rey don Pedro, cuando entre los nobles y leales conjurados aparece Alfonso Ruiz, representante de Cabrales.
Después, la nota más saliente del pasado de este concejo fue su significación minera en el siglo XVI, que no prosperó; mas en los presentes días renace con grandes esperanzas. Su apartamiento del centro, la falta absoluta de comunicaciones por altos desfiladeros con espantables abismos, fueron dificultades insuperables hace cuatro siglos; hoy no sucederá lo mismo.
Desde 1575 a 1578 obtuvo reales cédulas un Pedro Bueno de Escandón, vecino de Valladolid 4., para beneficiar minas de plata, cobre y plomo; "de piedra azul muy fina para pintores que halló labrando las dichas"; y más que había descubierto en los montes de Alevia; pero en 1577 dispuso su majestad que las justicias pudieran beneficiar y catar a toda costa de cualquier pena de Cámara dos minas que había descubierto el Pedro Bueno, la una de azul fino en Hortiguero y la otra de plomo en Asiego. De 1582 es otra Real carta a favor del mismo Bueno para que las justicias le dejasen beneficiar
"ciertas minas que tenia descubiertas, algunas de ellas arriba de la venta del Sol y otras en medio de Inguanzo, en Cabrales; otra de azogue arriba de este pueblo en Camino-Rabieso; otra de plata en Hogarbueno; otra en Pielagenero de oro y cobre, junto al monte del Oro y más en Cabrales; otra de azogue en Peñarrubia y más en Tresviso".
En 1587 un fray Agustín Montero tuvo regia autorización a nombre del monasterio del Carmen de Valladolid para beneficiar una mina "de metal campanil y cobre" en Cabrales; y al año siguiente se dispuso nueva autorización a favor de dicho carmelita; pero determinando "que se nombrase una persona que se hallare presente a la fundición de los metales y enviase relación y dinero de cuatro en cuatro meses". Y de este año de 1588 es otra real cédula para que las justicias dejasen beneficiar a Francisco Lamberti
"ciertas minas de cobre, plata y plomo en Cabrales, las cuales dijo estaban: la una encima de la laguna de las Huertas en Pandiello; otra en el lugar donde decían canal de Cuadrado, debajo del canal de las Lucías, término de Poo; otra en el Bello de Inguanzo encima del río, al mediodía; otra en el valle de Trastalledo, término de Arenas y otra en la parte de abajo del río Vélez; y otra en la Selva de Poo, todas como no fuesen de las que beneficiaba en dichos términos fray Agustín Montero" 5..
Apenas quedan vestigios de estas labores o fueron borradas por trabajos de compañías extranjeras a fines del pasado y a comienzos del siglo que concluye,
No tuvo Cabrales fuero ni privilegio de su organización municipal; pero ya era esta importante y vigorosa en el siglo XVII, cuando por valioso anticipo a la apurada corona obtuvo de la austriaca reina gobernadora y de su hijo el infeliz Carlos II real provisión de 1670, declarando exentos de alcabalas, cientos y toda clase de derechos cuanto sus vecinos vendiesen o comerciaren dentro del concejo, como también las ventas y enajenaciones fuera del mismo; privilegio que confirmaron los reyes sucesores hasta Carlos IV en 1792.
En la guerra de la Independencia contra Francia, diferentes veces las tropas invasoras hicieron excursiones y pasaron columnas o destacamentos por Cabrales desde 1809, no sin sufrir inesperados ataques y rudo castigo desde aquellas altas montañas y encrucijadas. En la loma del Toro, sobre Arenas, está la profunda sima llamada cueva de los Huesos por los de muchos franceses allí sacrificados 6.. Desde picachos y veredas vigilaban los pastores y avisaban todo movimiento de gente enemiga; los guerrilleros Balmori, Noriega y el fraile de Valdediós recibían incesantes noticias y recursos de los pueblos para mejor caer sobre las tropas de Bonaparte; el benemérito gobernador de Llanes, Posada de Castillo, tuvo en Cabrales amparo y auxilio para ataques semejantes; el benemérito Ballesteros y sus batallones obtuvieron cooperación incesante de la gente cabraliega antes y después de sus triunfos en Colombres; las fuerzas del coronel Galdiano cubrieron a Arenas y puertos próximos; Porlier, desembarcado en Cuevas de Mar, junto a Nueva, alcanzó refuerzos y cooperación valiosa en su atrevida marcha para León por la vía romana; un hijo del concejo, el general Bárcena, fue terror de los franceses al frente de un ejército asturiano; y su hijo, después también general, realizó con más niños y jóvenes una temeraria hazaña en octubre de 1810, arrojando peñascos y causando grandes bajas a un destacamento francés en la garganta que abre el río Casaño en las Estazadas y sobre la cual cae casi a plomo la peña de la Cantina.' También no debe omitirse el nombre del coronel gobernador militar de Cabrales don José María de Mier y Mestas que, muy conocedor y respetado en el país, prestó en él grandes servicios y en la junta soberana municipal.
Cabrales era concejo realengo de gran significación en las libertades provinciales, demostradas en la Junta General del Principado cuando, a fines del siglo XVI y principios de XVII, expulsó de su seno la representación e influencia abusivas de las casas de Quirós y Miranda. Tenía el asiento número 29 de esta asamblea, y sus oficios de justicia —jueces 1.º y 2.º, 8 regidores, síndicos, diputados, alcalde de la hermandad— eran todos del estado noble, y había otros oficiales menores. Aquellos eran nombrados anualmente por los vecinos, divididos en 4 distritos o cuartos, y cada uno hacía las elecciones en el año que le correspondía por alternativa. En relación moderna que vimos, se dice que no tenía regimientos perpetuos, cuando nos consta que la familia de González de Buerdo, de Arenas, alcanzó regimiento perpetuo por compra a Felipe IV y, a fines del siglo XVI, ya la noble familia de Bárcena tenía, también a perpetuidad, el cargo principal o de alférez mayor del concejo.
Las últimas ordenanzas, de carácter antiguo, son de 1774.
Los franceses pretendían subir al palacio de Berodia para apoderarse y tener rehenes a la digna esposa del valiente general Bárcena y sus hijos, don Pedro, a quien nos referimos en el texto, y don Ramón, despues coronel del ejército, muerto honrosamente en Barcelona en 1843. La señora de Bárcena, sus deudos y pocos servidores se ocultaron en muy escondida cueva, tras de un picacho, y durante los años de la gloriosa guerra vivieron en continua inquietud, pasando grandes trabajos y privaciones. Y ya que hacemos mencion de esta distinguida familia, no podemos pasar en silencio los nombres de otros patriotas labradores de Cabrales, que tuvieron muerte gloriosa en el ejército nacional, como Fernando Alonso, de Inguanzo, Ignacio y Miguel Rojo Prieto, y Toribio de Liébana, éstos muertos gloriosamente en San Marcial. Formaban parte de aquel ejército a quienes pudo honrar el general Wellington en aquella entusiástica arenga que nos recuerda el señor Saro Rojas en sus citadas Pequeñas jornadas :
"Guerreros del mundo civilizado: aprendez a serlo de los individuos del 4.º ejército español, que tengo la dicha de mandar. Cada soldado de él merece con más justo motivo que yo el bastón que empuño; el terror, la arrogancia, la serenidad y la muerte misma, de todo dispone a su arbitrio..."