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La Sierra del Cuera.

Desde el mirador que está en el camino que conduce al faro de Pimiango, se observa perfectamente el suave declinar de la sierra del Cuera, detrás de Colombres. El paisaje que se aprecia desde este lugar es de una grandiosa belleza, tan solo entorpecido por el propio mirador, una pesada construcción de cemento, sin ninguna gracia y tal vez pretenciosa: pero desde allí se divisa toda la costa hasta Lastres, con las cumbres del Sueve al fondo; los Picos de Europa al frente, presididos por la imponente majestad del Naranjo de Bulnes y a la izquierda del observador se aprecia la hondonada que lleva a la desembocadura del Cares-Deva, entre Bustio y la villa santanderina de Unquera.

La sierra del Cuera va paralela al mar, entre los concejos de Llanes y Cabrales, siguiendo una dirección de O. a E., y vierte sus aguas al S. por el río Cares (al que se une el río Ribeles en Arenas de Cabrales) y al N. al mar por los ríos Purón y de las Cabras. Su pico más elevado es el Turbina, de 1.315 m., de aspecto piramidal, visto desde Llanes. Por lo general es sierra pelada, aunque por las laderas del Jorcón de Moreda ascienden hayas de gran tamaño. En La Molina, el Cuera parece unirse a los Picos de Europa, en torno a un pozo profundo, de aguas limpísimas.

Esta zona es escarpada y curiosa: los montes parecen surgir desde el mar, a muy pocos kilómetros de la costa, y llegan a las alturas de los Picos de Europa. En torno a Llanes hay diversas sierras planas, algunas sobre el mar, como las de Cué y Pimiango, otras más al interior, como las de Purón, La Borbolla y Los Carriles, que viene de la zona de Llamigo para caer sobre la costa cerca de San Antolín de Bedón. Las sierras de La Borbolla y de Los Carriles son de cierta extensión, con vegetación y caza, pero tan sólo la de Los Carriles está habitada.

El Cuera es la zona intermedia entre los Picos de Europa y el mar. A la altura de Llanes le surge otra sierra paralela, de menor altura y extensión, llamada el Texeu o La Muezca, por una enorme muezca que hay en la montaña, y entre ambas sierras está la Llosa de Viango, a la que se entra con cierta comodidad desde el Mazucu. El Texeu, casi al borde de la costa, se apoya en una sucesión de contrafuertes paralelos, de mucha mayor antigüedad geológica y parecidos a las sierras planas, conocidos por el nombre de Mañangas; parecidas formaciones se ven en las laderas del S. de la sierra del Cuera.

El punto más al N. del Texeu es el llamado Pico de Soberrón o El Castillo, una enorme y pesada roca de aspecto extraño, con algo de ídolo vigilante de algún remoto lugar sagrado, que se adosa a la sierra. Se dice que el interior de este pico está hueco y que lo ocupa un palacio habitado por una mora encantada; y dentro de ese palacio, naturalmente, hay un tesoro que sólo espera al intrépido mozo que se adentre en las profundidades de la montaña para hacerse con él, y quién sabe si también con el amor de la mora. Cuando baja la niebla, se dice en los alrededores que las criadas de la mora están cociendo el pan. La delicadeza de esta leyenda tiene su oportuno contraste en la figura espantosa de un moro armado de alfange, guardián de la mora y de las arcas del tesoro.

Frente a este pico, y aunque empequeñecida por su mole, plantándole cara, está la rústica capilla de San Felipe, en un paraje arcaico y misterioso. No se sabe qué ritos cristianizó este templo; pero si miramos hacia arriba y volvemos a ver el Pico, podemos imaginárnoslos…




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