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Gustav Schulze en Los Picos de Europa (1906-1908).

Texto de la solapa del libro (ver bibliografía)

En el verano de 1906 un alemán llegó al norte de España dispuesto a estudiar la geología de los Picos de Europa. Aquel joven era también un alpinista experimentado y esa afición le empujó a la conquista de las cumbres. Su ascensión al Naranjo de Bulnes, la segunda absoluta y primera en solitario, constituyó toda una hazaña y permitió que el nombre de Gustav Schulze permaneciese en el recuerdo de los montañeros españoles. Sin embargo, a pesar de que regresó a las montañas cantábricas en 1907 y 1908, poco más se supo de él. Sus estudios científicos quedaron envueltos en el misterio.

Cuando ya habían transcurrido ochenta años, dos investigadores de la Universidad de Oviedo tuvieron conocimiento de un hecho sorprendente: los cuadernos de campo del geólogo estaban depositados en una Universidad alemana, y en ellos se recogía el minucioso estudio que había llevado a cabo en los Picos de Europa y áreas vecinas. Al descifrar estos cuadernos, se pudo comprobar que los descubrimientos de Schulze se habían adelantado en muchas décadas a las investigaciones posteriores, y que, de haber sido publicados en su momento, habrían cambiado el devenir del conocimiento geológico de la región.

Junto a este impresionante estudio de la geología cantábrica, los manuscritos también contenían detalles de los itinerarios seguidos, las escaladas realizadas, e, incluso, las emociones experimentadas. Fue así como, tras años de análisis de los diarios, se pudo llegar a conocer con gran precisión el trabajo geológico y las actividades montañeras que Schulze había llevado a cabo en el norte de España.

Este libro presenta ahora un resumen, ilustrado con decenas de dibujos, de las exploraciones y los logros científicos alcanzados por Schulze en sus tres campañas en la Cordillera Cantábrica. Junto al relato de esos estudios, el lector también encontrará textos sacados de los diarios, en los que el joven cuenta sus solitarias andanzas, su trato con gentes diversas y sus conquistas montañeras. Uno de los capítulos reproduce un artículo, publicado en 1934 en la revista "Peñalara", en el que el propio Schulze cuenta la subida al Naranjo. Finalmente, el volumen da a conocer su legado fotográfico, una fantástica colección de imágenes de hace cien años (la mayoría, de los Picos de Europa), con las que el lúcido geólogo y bravo escalador se nos revela, además, como un fotógrafo extraordinario.


Agradecimientos (pp. 10-11)

Una obra que ha tenido una larga gestación ha necesitado, por fuerza, de multitud de ayudas. Afortunadamente, el entusiasmo que la figura del Dr. Schulze ha suscitado en los que emprendimos la elaboración de este volumen se ha revelado como un fenómeno contagioso, de tal modo que las ayudas no sólo han proliferado, sino que, en ocasiones, se han adelantado a los requerimientos de los propios autores.

Debemos, en primer lugar, reconocer nuestra fortuna al haber contado con la comprensión y el mecenazgo de Cajastur, entidad que, una vez más, se convierte en patrocinadora de una obra dedicada a un tema histórico y científico relacionado con Asturias, y contribuye, de este modo, al enriquecimiento cultural de esta región. En la primera etapa de recuperación de la obra de Gustav Schulze, Enrique Martínez y Jaime Truyols disfrutaron de una ayuda de la Universidad de Oviedo para proyectos de temática asturiana (convocatoria del año 1990), gracias a la cual pudieron visitar varias instituciones alemanas e iniciar la labor de estudio de los cuadernos.

Retomada aquella idea en esta segunda y larga fase que ahora concluye, el trabajo ha sido apoyado de manera incondicional desde el Vicerrectorado de Extensión Universitaria, a cuyas últimas responsables (Isabel Carrera, Paz Andrés y Margarita Fuente) queremos expresar nuestra gratitud. Sin la ayuda de Cajastur y de la Universidad de Oviedo, por muy grande que fuese nuestro entusiasmo, nunca habríamos podido culminar el proyecto.

En ocasiones, si una obra compleja llega a buen término es porque ha contado con un "buen espíritu" en la sombra, que ayudó a que todo discurriese por los derroteros adecuados. Esas personas suelen desear permanecer en el anonimato, como, efectivamente, ha sido en este caso. Pero es a nosotros a quien corresponde ejercer la desobediencia y proclamar que la experiencia, el conocimiento y el buen sentido de Guillermo Mañana Vázquez han constituido pilares fundamentales de este trabajo.

Un descendiente de Gustav Schulze, Peter, ha trabajado intensamente en la elaboración de este libro con tareas y responsabilidad de autor, aunque detrás de él ha tenido a toda su familia, repartida por México y Alemania. Una buena parte de los datos obtenidos en el entorno familiar proceden del esfuerzo de recopilación que Walter (segundo hijo de Gustav) realizó antes de fallecer, pero los miembros actuales de la familia, encabezados por las dos únicas representantes de la segunda generación (la señora Marianne Schulze de Heinrich, hija mayor, y la señora Margarete Schreiber de Schulze, esposa de Walter), han ayudado de innumerables formas a que el proyecto fuese adelante.

De manera especial debemos mencionar a Erich (hijo de Ehrhart, el menor de los vástagos de Gustav Schulze), quien tomó sobre sí la pesada carga de transcribir una gran parte de los cuadernos que luego traduciría su hermano Peter. Carlos Schulze, hijo de Walter, también contribuyó a la recuperación de la memoria de su abuelo. El resto de los nietos y bisnietos apoyaron la obra con ilusión. Nuestra mayor satisfacción sería que todos los Schulze encontrasen el volumen que ahora se publica digno de la importancia de su antepasado.

El afortunado descubrimiento de los cuadernos del Dr. Schulze, base de toda esta obra, se produjo a través del Profesor Júrgen Kullmann (Universidad de Túbingen), y, en una primera etapa, el estudio de los mismos fue posible gracias a la traducción que, con extraordinaria generosidad, realizó el geólogo Dr. Rolf Burkhardr. A ambos manifestamos nuestro más cálido reconocimiento.

La Biblioteca de la Universidad de Túbingen, cediendo temporalmente los cuadernos originales, el "Club Alpino Alemán" (DAV) de Munich, suministrando información en aspectos deportivos, y la "Sociedad Alpina Peñalara" (de la que Schulze fue socio de honor), facilitando la reproducción de artículos publicados en su revista, ayudaron a que el camino fuese mucho más sencillo y sólido. Úrsula Leppig, profesora de la Universidad de Freiburg, montañera y buena amiga, ayudó a interpretar los datos contenidos en los anuarios alpinos del club muniqués.

Los autores de un texto necesitan a menudo de un lector capaz de juzgarlo "desde fuera" y ejercer de cazador de errores. Contar con la buena voluntad y la generosidad de Pedro Miguel Sánchez para llevar a cabo una labor tan ingrata, ha sido una inmensa suerte. Montse Truyols y Luis Sánchez de Posada también se han prestado a realizar pacientemente esas importantes lecturas previas.

Muchos logros, difíciles de enumerar, han sido posibles gracias a conversaciones, sugerencias ayudas, y todo tipo de contribuciones desinteresadas de un gran número de personas. Debemos destacar a Lola Pereda, de Bustio, que nos abrió las puertas de la Fonda Velarde y de los recuerdos de Schulze que allí se atesoran, pero debemos continuar con una larga lista que tememos no sea completa.

Nuestro agradecimiento a Luis Manuel Rodríguez-Valdés, que hizo posible el milagro de poner en contacto a los autores españoles con la familia Schulze. Isidoro Rodríguez Cubillas, autor de libros de montaña y gran conocedor de los Picos, asesoró en la determinación de algunos itinerarios de escalada. Francisco Ballesteros Villar, también escritor y no menos amante de los Picos, así como la "Agrupación Montañera Astur Torrecerredo" y Julián Aguinagalde Pinedo, nos ayudaron a conseguir publicaciones esenciales.

La experiencia editorial de María Luisa Martínez Chacén fue fuente de continuos y útiles consejos. Los numerosos amigos del "Grupo de Montañeros Vetusta" de Oviedo soportaron interminables charlas, de las que salieron fructíferas ideas. Pepe Quintas dedicó su tiempo y buen hacer a la realización de los mapas. Ángel Peré Vega restauró con esmero las fotos de Schulze. Jesús Manuel Blanco Otero suministró datos sobre los ferrocarriles que Schulze utilizó. Guillermina Mier y José Martínez Mier, de Bulnes, Manolo Maya, del periódico "El Oriente de Asturias", los propietarios del "Hostal Máximo", de Espinama, Ana, Iván, Nino y Ricardo, del "Hotel Picos de Europa" de Arenas de Cabrales, Celso Diego Somoano, cronista oficial Cangas de Onís, Ildefonso Noriega, del Grupo Peña Santa de esa localidad, Luis Gil, amigo y montañero, Manolo Garmilla, del "Café Cares" de Arenas de Cabrales, la familia Wences del "Hotel Valdecoro" de Potes, las propietarias del "Mirador de La Franca", Nemesio Heredia, del Instituto Geológico y Minero de España, Germán Flor, del Departamento de Geología, y José Laudino Otero, facilitaron de modo decisivo la identificación de los lugares frecuentados por Schulze y de las personas y paisajes que fotografió.

Gracias a Joaquina Álvarez Marrén y Pedro Cózar, que desde sus centros de investigación permitieron la localización y consulta de los volúmenes del Congreso de Estocolmo de 1910. También a Francisco Crabifosse Cuesta, que buscó tenazmente publicaciones antiguas que pudiesen reproducir fotos de Schulze. Y, finalmente, un reconocimiento especial a Lecia Otero Velasco, compañera infatigable en la búsqueda de cualquier rastro dejado por el personaje objeto de esta obra.


Prólogo del libro: por Guillermo Mañana Vázquez (p. 13)

Gustav Schulze, un desconocido geólogo alemán que viene a Los Picos de Europa, ahora hace un siglo, "para hacer una tesis", y que, "de paso", realiza la proeza de escalar el Naranjo de Bulnes, por primera vez en solitario, por una vía de ascensión nueva, en buena parte, y haciendo lo que en el argot montañero constituye "una segunda ascensión". Eso es todo, o poco más, lo que sabíamos hasta ahora de este llamativo personaje y de su actividad en nuestras montañas. El resto es nebulosa, o, mejor dicho, un enigma.

Quiere la suerte, pero sobre todo el buen hacer, que los profesores Enrique Martínez García y Jaime Truyols Santonja encuentren —y no por casualidad, sino como resultado de una búsqueda— los cuadernos de campo que en los Picos de Europa elaborara el doctor Schulze. Y también quiere la suerte que a este equipo se una, años más tarde, la profesora Elisa Villa Otero, en quien confluye la doble vertiente de geólogo y de apasionada del montañismo, y que acabará subyugada por la personalidad de Gustav Schulze.

Los autores emprenden la tarea de investigar a fondo una biografía prácticamente desconocida y de la que el tiempo parecía haber borrado toda huella, investigación que conlleva tanto la búsqueda y seguimiento de la trayectoria de Gustav Schulze, como la comprobación y análisis de todos los datos hasta hoy publicados, información ésta un tanto dispersa y, a veces, no muy ajustada a la realidad. Este trabajo, unido al estudio minucioso de los manuscritos de Schulze, ha dado como resultado una notable labor historiográfica, centrada fundamentalmente en las campañas de estudio de la geología de los Picos de Europa, sin descuidar la actividad deportiva o la descripción de los fuertes rasgos humanos del personaje.

A todo ello se ha de añadir la recuperación —gracias a la colaboración de Peter Schulze Christalle— del archivo fotográfico que la familia conserva en México, una colección de imágenes, en su mayoría inéditas, realizadas por Gustav Schulze en el norte de España. Todas estas investigaciones han obligado a los autores —especialmente a Elisa Villa, la más proclive a ello por su faceta montañera— a recorrer el entorno de los Picos de Europa para comprobar e identificar cada dato y cada fotografía, o a internarse en lo profundo de aquella difícil geografía para rehacer los itinerarios que el geólogo alemán realizara durante sus trabajos.

A través de las páginas de este libro, los autores nos describen —con mano experta y de forma comprensible para los profanos— los estudios que el doctor Schulze llevó a cabo, revelando que fue un adelantado del estudio geológico de los Picos de Europa, al tiempo que un pionero en la utilización en España de técnicas y materiales modernos de escalada. Pero el doctor Schulze también es el primero en realizar una travesía completa de la Garganta del Cares, entonces sin cómodos ni fáciles caminos; y es quien nos lega la foto más antigua de Caín, o la más valiosa de un grupo humano en Bulnes. Y, así, un largo etcétera. De este trabajo surge la imagen de un verdadero gigante, a quien los desgraciados avatares de la historia de las primeras décadas del pasado siglo marginó a un silencio injusto.

A partir de ahora, y gracias a las reveladoras aportaciones recogidas en este libro, el doctor Schulze queda reconocido como uno de los grandes estudiosos y exploradores de los Picos de Europa, formando parte ya de esa indiscutible élite en la que hay que incluir, en primer lugar, a Casiano de Prado y al conde de Saint-Saud. Con esta obra no sólo se hace justicia a una personalidad extraordinaria, que dejó escritas páginas irrepetibles en la historia científica y deportiva de los Picos de Europa; también se hace justicia a la propia historia de nuestros Picos, que se enriquecen y engrandecen con una de sus páginas más bellas y luminosas: aquélla que en ellos dejara escrita Gustav Schulze.


Recapitulación (pp. 242-243)

Probablemente el lector que haya seguido con paciencia el relato contenido en este capítulo y en los dos anteriores, haya quedado impresionado ante la intensidad de los estudios y las exploraciones llevadas a cabo por Gustav Schulze en estos tres años y, sin duda, puesto que se insiste en ello con frecuencia, se habrá percatado de la abundancia de interpretaciones correctas que realizó, anticipándose en muchos años al desarrollo del conocimiento de la geología cantábrica. Desgraciadamente para la ciencia —y para el propio Schulze— sus lúcidas ideas quedaron ocultas y nuestro geólogo nunca pudo tener la satisfacción de ver su nombre unido al de sus descubrimientos, puesto que, como es sabido, el mundo científico sólo reconoce como formuladas las hipótesis que han sido publicadas a través de medios adecuados.

Cien años más tarde, tras haber conocido sus estudios, creemos justo reivindicar aquí —aunque ya no tenga más que un valor testimonial— que Schulze fue el primero en ver y en entender un gran número de aspectos esenciales de la geología de la Cordillera Cantábrica.

A continuación, citamos brevemente sus hallazgos más importantes:

• Descubrió que la sucesión de calizas que forma la llamada Caliza de Montaña (o "Calcaire des Cagnons") se compone de dos partes diferentes y estableció las características esenciales de cada una de esas partes.

• Comprendió que en el oriente de Asturias, por encima de la "Calcaire des Cagnons", se puede reconocer otra caliza carbonífera más joven, a la que llamó Caliza de Lena; se basó en la presencia de 242 fusulinas en la segunda de esas calizas.

• Interpretó correctamente que la transición de calizas a materiales siliciclásticos que se observa en varias zonas del oriente de Asturias no corresponde a una falla sino a un cambio lateral de facies.

• Descubrió que en los Picos de Europa existen otras formaciones de calizas del Carbonífero situadas por encima que la Caliza de Montaña.

• Estableció con gran detalle la sucesión estratigráfica del Macizo Oriental, cuya parte superior posee características distintas de las de los otros macizos.

• Percibió que los tramos más jóvenes del Carbonífero son los que afloran en Andara, Covadonga, y valles del Casaño y Cares.

• Descubrió yacimientos paleontológicos en todas las zonas estudiadas. Sus hallazgos fueron tan abundantes, que no cabe aquí realizar una lista completa, pero se pueden destacar, entre otros, los goniatitidos del Devónico del valle de Llalambres, las capas fosilíferas del Devónico de los puertos de Aruz, los yacimientos de goniatiridos de la caliza "griotte" en afloramientos repartidos por todas las zonas visitadas, las capas con fusulinas del Macizo de Andara, los numerosos braquiópodos del Devónico y el Carbonífero, especialmente, los recogidos en las laderas del Aguasalio, los rudistas —entre otros bivalvos—, equínidos y orbitolinas del Mesozoico del oriente de Asturias, las capas con nummulites de los alrededores de Unquera, etc.

• Detectó por primera vez la presencia de materiales del Cámbrico en la zona de Los Beyos.

• Determinó la edad de la cuarcita "precarbonífera", situándola en un intervalo que se encuentra por encima del Cámbrico y por debajo del Devónico.

• Descubrió la existencia de la discordancia de Sebarga.

• Detectó en el área de Los Beyos la laguna estratigráfica que existe en la sucesión devónica de la parte oriental de la zona cantábrica, acotando con precisión el alcance de la misma.

• Descubrió discordancias dentro de la unidad de los Picos de Europa, entre ellas la que se encuentra en la base de la Formación Puentellés.

• Interpretó correctamente los cabalgamientos de los Picos de Europa, descubriendo primero el gran cabalgamiento frontal y detectando más tarde cabalgamientos paralelos a la estratificación en el interior de los Picos.

• Observó en los Picos de Europa fallas producidas con posterioridad a los cabalgamientos.

• Comprendió que los terrenos de Liébana, Valdeón y parte de Sajambre corresponden a una provincia geológica diferente de la de los Picos de Europa.

• Comprendió la secuencia de los procesos tectónicos que afectaron a los Picos de Europa, y a la Cordillera Cantábrica en general, estableciendo que hubo más de una fase de deformación en la etapa hercínica y un levantamiento generalizado en la etapa alpina.

• Detectó cabalgamientos en el Manto del Esla y determinó que están afectados por plegamientos posteriores.

• Detectó el cabalgamiento del Paleozoico sobre el Mesozoico en la zona de Panes.

• Reconoció la esquistosidad que afecta a las rocas de la Zona Palentina.

• Observó la discordancia que forman los conglomerados de Curavacas.

• Reconoció la morfología glaciar de los Picos, identificó antiguas superficies de erosión del hielo, cartografió morrenas y estableció que habían existido diversas fases en la glaciación.

• Descubrió importantes depósitos morrénicos del Cuaternario en los alrededores de Cangas de Onís y Arriondas.

• Reconoció intrusiones de rocas ígneas en diversas zonas de los Picos de Europa y en otras áreas.

• Relacionó las mineralizaciones de Andara con la presencia de importantes fallas, atribuyendo esas mineralizaciones al ascenso de fluidos hidrotermales a través de dichas fracturas.

• Finalmente, es necesario enfatizar que la mayoría de los descubrimientos recogidos en este listado los realizó con una anticipación superior a cincuenta años y, en ocasiones, cercana al siglo.


Los datos de Schulze: precisiones a la historia montañera

Las investigaciones llevadas a cabo a lo largo de la elaboración de este libro han permitido precisar aspectos relacionados con la historia de la exploración de los Picos de Europa. Creemos útil resumir los a datos descubiertos, indicando en qué sentido modifican informaciones anteriores:

• Schulze no fue uno de los fundadores del "Akademischen Alpenvereins" de Munich (Pidal, 1925) sino que ingresó en el club varios años —al menos ocho— después de su fundación.

• Ya era doctor cuando vino a los Picos de Europa; por tanto, la razón de su investigación en el norte de España no fue la realización de su tesis doctoral (Odriozola, 1965).

• La primera subida conocida a Peña Santa de Enol por la cornisa de la cara norte (denominada "Corredor del Marqués" por haberla recorrido Pedro Pidal en 1907) es la realizada por Gustav Schulze el 23 de agosto de 1906.

• La ascensión al Llambrión no se produjo el 20 de septiembre de 1906 (Saint-Saud, 1922; dato recogido en numerosas publicaciones posteriores) sino el mismo día que la del Tiro Tirso: 19 de septiembre de 1906.

• El descenso del Tiro Tirso lo efectuó por su arista noroccidental. Por tanto, Schulze no abrió una, sino dos vías distintas al Tiro Tirso, una en sentido ascendente y otra en sentido descendente.

• Tras coronar el Llambrión, regresó al Jou Tras Llambrión, trepó hasta la brecha oeste del Tiro Llago y descendió —ayudándose en algún punto de la cuerda— la pared sur de esta última cumbre.

• Schulze fue el primero en utilizar en España la técnica de rápel para descender, pero este acontecimiento no se produjo por primera vez el 1 de octubre de 1906 en la pared sur del Naranjo (creencia generalizada), sino el 19 de septiembre en la del Tiro Llago, aunque en este caso, a diferencia de lo ocurrido en el Urriello, es casi seguro que no usó clavijas.

• Son cinco los primeros itinerarios de Gustav Schulze en los Picos de Europa: ruta de ascenso a Peña Santa de Enol, dos vías (ascenso y descenso) en el Tiro Tirso, y dos vías (ascenso y descenso) en el Naranjo de Bulnes.

• Schulze nunca subió al Pico de los Cabrones (Saint-Saud, 1922).

• En la ascensión al Torrecerredo no le acompañaba Inocencio Mier (Saint-Saud, 1922), sino Carlos Mier, hermano del anterior.

• No subió a la Torre de los Horcados Rojos (Villa, 2003), sino al collado de ese nombre.

• No subió a las cumbres del Curavacas, Espigúere y Peña Prieta (Villa, 2003), aunque recorrió zonas próximas a estas cimas.

• No hay ningún dato que permita afirmar que subió al Pico Pozán (Odriozola en la versión española del libro de Saint-Saud, 1985).

• La caída del marqués de Villaviciosa por Cemba Vieya, tras la cual es asistido por Schulze, ocurrió el 17 de septiembre de 1907 y no el 4 de octubre (Odriozola, 1965; Adrados, 2001; Fernández, 2004) o el 4 de agosto de ese año (González Prieto, 2005).

• La cena de Pidal, Saint-Saud y Schulze en la Fonda Velarde no tuvo lugar el 18 de julio de 1907 (Odriozola en la versión española del libro de Saint-Saud, 1985; dato recogido posteriormente en numerosas publicaciones). Es muy probable que se celebrase un día antes, el 17 de julio.

• La historia de las dos botellas que Pedro Pidal y el Cainejo subieron a la cumbre del Naranjo, probablemente es falsa. En las notas manuscritas de Schulze, no se menciona el hallazgo de ninguna botella. Por otra parte, la anécdota no fue transmitida por el conde de Saint-Saud (creencia generalizada desde 1985 en adelante), sino publicada por primera vez en 1965 por José Antonio Odriozola e insertada por este último en la edición castellana (1985) del libro de Saint-Saud.

• Los diarios de Schulze sugieren que la tentativa fallida de Pedro Pidal y Gregorio Pérez de realizar en 1905 una nueva ascensión al Naranjo, no iba a ser una repetición de su primera ruta, sino que intentaron la escalada por la pared sur del Picu. En esta ocasión iban acompañados por un vecino de Bulnes.


Villa Otero, Elisa, Martínez García, Enrique, Truyols Santonja, Jaime, Schulze Christalle, Peter, Gustav Schulze en Los Picos de Europa (1906-1908), Oviedo, 2006.



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